22 de enero de 2014

Drogas III

DROGAS

ESCOPOLAMINA O BURUNDANGA
Es una sustancia que suprime la voluntad de las personas, además, hace perder la memoria de todo lo que sucede durante el tiempo que dura su efecto, afectando así la capacidad de querer y comprender, por lo que frecuentemente es aprovechado y utilizado por los delincuentes.

Investigadores de la materia aseguran que esta droga ha sido alterada y/o manipulada con otras drogas para producir este efecto de automatismo.

Una vez que la Burundanga ingresa al cuerpo, provocará su máximo efecto, con una duración de 1 a 2 horas, para posteriormente eliminarse lentamente, manteniendo a la víctima en un estado de pasividad y en actitud complaciente, lo cual es aprovechado por el delincuente en los distintos actos y hechos delictivos relacionados con esta droga: robo, violaciones, extracción de órganos, Etc.

La Escopolamina puede mezclarse con dulces, gaseosas, licores, perfumes, papel, billetes, además se administra con mucha frecuencia a víctimas que han consumido previamente bebidas alcohólicas, lo cual hace más difícil determinar cual o cuales sustancias son las responsables del estado de intoxicación del paciente.

Desde el punto de vista neurológico y psiquiátrico, el cuadro denominado lavado de cerebro, cuando se utiliza la Burundanga, se genera debido al efecto de la sustancia en las actividades nerviosas llamadas superiores, y la consecuencia es que se genera una desorganización en estas áreas que lleva al cerebro a funcionar como una máquina automática sobre la cual la persona pierde el control.

Modus operandi: A veces, hábilmente, sitúan objetos frente la víctima para que ésta inhale el tóxico. Ejemplo: pueden mostrar la burundanga en los libros, carteras o pañuelos, que una vez abiertos, deja escapar el gas o spray en el rostro; o en bares y discotecas, se coloca en vestimentas de las mujeres que trabajan en esos lugares, en dosis muy altas, lo cual causará convulsiones, depresión severa, y hasta la muerte.

Referencia Bibliográfica: Drogas. Jorge Luis Gaviria Linares. PP. 20, 21, 22. Caracas, Febrero 2008.